Daniel Caverzaschi: «Si pierdo en Río, que sea como Nadal, con honor»

Daniel Caverzaschi, número 15 del ránking mundial, durante un partido. Fuente: ITF

Daniel Caverzaschi, número 15 del ránking mundial, durante un partido. Fuente: ITF

El mejor jugador español de tenis en silla llega a los Juegos Paralímpicos como número 15 del ránking mundial y dispuesto a plantar batalla. «Una medalla es algo prematuro, pero para ganarme tendrán que sufrir», dice.

Jesús Ortiz García

Jesús Ortiz García

@JesusOrtizAD
31 de agosto de 2016, 10:35

Durante un tiempo guardó la raqueta de competición para centrarse en sus estudios, la falta de ayudas para dedicarse al deporte le hizo dudar sobre su futuro como deportista. Pero tras acabar con Matrícula de Honor la carrera de Económicas en Inglaterra, el apoyo de varios patrocinadores cambió sus planes. Ahora, Daniel Caverzaschi brilla sobre la pista con desparpajo, carácter y talento. Ocupa el puesto 15 del ránking mundial después de una temporada sobresaliente en la que ha conquistado 6 títulos individuales y otros 6 en dobles.

Daniel Caverzsschi. Fuente: Grupo Liberty

Daniel Caverzsschi. Fuente: Grupo Liberty

En el circuito internacional de tenis en silla le llaman el ‘Nadal paralímpico’, aunque cree que es una comparación exagerada: «Es mi referente, mi ídolo, tenemos una filosofía similar, somos zurdos, jugadores de fondo, correosos, con juego liftado, luchadores. Ojalá algún día pueda jugar como él. He seguido sus partidos en los Juegos Olímpicos y verle jugar así es una motivación. Si tengo que perder en Río, me gustaría hacerlo como Nadal ante Del Potro, con honor y peleando hasta el final».

En unos días participará en sus segundos Juegos Paralímpicos, ya estuvo en Londres 2012, pero en esta ocasión acude con más experiencia y como un jugador más completo. En 2 años ha pasado de estar en el puesto 70 al Top 15, condición que le permitirá ser cabeza de serie en Brasil, «importante para no cruzarte con los pesos pesados hasta la tercera ronda». Aunque desde pequeño sueña con una medalla, asegura que en Río ese no es su objetivo: «En Tokio 2020 si tendré más opciones, ahora es prematuro estar en el podio, hay jugadores mejores que yo y todos estarán a un gran nivel, pero sí compito bien y me entrego al máximo soy capaz de ganar a cualquiera. Si quieren derrotarme van a tener que sufrir».

A los Juegos con una ‘chapuza’ de silla

Caverzaschi en un entrenamiento. Fuente: AD

Caverzaschi en un entrenamiento. Fuente: AD

Tendrá el hándicap de jugar con una silla de ruedas que acaba de estrenar pero que no se adapta a sus necesidades. «Es lamentable, tardó 4 meses en llegar y lo hizo mal medida y con algunos defectos, no me deja moverme bien, es una chapuza total, pero ya no hay tiempo para cambiarla y es con la que voy a Río», subraya. «Se trata de la marca RGK, de la empresa británica Sunrise Medical, que también ha afectado a mis compañeros Quico Tur y Lola Ochoa, a quienes ni siquiera les ha llegado», añade. Y no deja de rezar para que llegue sana y salvo a los Juegos: «Las aerolíneas me han destrozado un par de sillas y cada vez que voy a un aeropuerto monto un show, les ruego que me la traten bien. Ya solo me queda un vuelo, el de Madrid a Río, confío en que Iberia, como patrocinador, me la cuide (risas)».

Según Caverzaschi, la clave de su metamorfosis radica en una mejor nutrición y en el entrenamiento físico y psicológico. Le sobraba técnica y calidad, pero le faltaba dominar su mente. «He crecido mucho en lo físico gracias al trabajo con Walter Navarro, que ha preparado a muchos jugadores ATP. No solo he perfeccionado mi estilo, que es el juego de fondo, sino la volea o el saque, me he convertido en un tenista más maduro y estoy sacando mi potencial. Y eso es posible también gracias al trabajo con un psicólogo deportivo, ya que lo que más me frenaba en la pista era la cabeza y estoy aprendiendo a controlarla”, recalca.

Caverzaschi en Valencia. Fuente: Open Valencia

Caverzaschi en Valencia. Fuente: Open Valencia

Cuando se propone algo no para hasta conseguirlo, a veces roza lo imposible. El madrileño nació sin fémur ni rodilla en la pierna derecha y en la izquierda tiene varias malformaciones. «Nací raro, mis amigos me llaman ‘mutante'», dice entre risas. Pero no ha supuesto una barrera para disfrutar del deporte: béisbol, baloncesto, fútbol, esquí náutico y alpino… hasta que con 11 años probó el tenis. «Cuando se cierra una puerta se abren otras. Tener una discapacidad es un problema como cualquier otro al que te tienes que adaptarte y aprovechar tus capacidades para superarlo. Lo negativo es que la sociedad española no lo ve como algo normal y trata de compadecernos», lamenta.

En casa, su familia nunca le sobreprotegió, al contrario, le trató como a uno más y le inculcó unos valores que han forjado a un guerrero con carácter y seguro de sí mismo. «Se sale adelante ante cualquier problema. Mi padre (falleció hace dos años por un cáncer) era un tigre, un luchador que me enseñó que en la vida, sin valor y garra no consigues nada. Intento hacerlo todo con mucha pasión, como lo hacía él. En los Juegos de Londres me animó desde la grada, por ello los de Río serán emotivos, siempre le brindo mis triunfos y voy a seguir dándolo todo para que esté orgulloso de mí”.

 

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