Álvaro Valera, oro en adaptabilidad

Álvaro Valera. Fuente: AV

Álvaro Valera. Fuente: AV

El palista sevillano, número 1 del ránking mundial en su categoría, ha sabido enfrentarse a los cambios inesperados producidos por la pandemia y encara su futuro con las ideas tan claras como siempre.

Avance Deportivo

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@deportivoavance
19 de agosto de 2020, 11:00

El palista sevillano Álvaro Valera se ha adaptado con rapidez a la nueva normalidad y espera con positivismo que todo esta situación acabe pronto y se puedan celebrar los Juegos Paralímpicos de Tokio, para los que tiene su plaza más que asegurada, como número uno del mundo.

El aplazamiento de los Juegos de Tokio “era una decisión correcta con la que coincidía con el Comité Internacional, pero es un poco triste porque toca esperar, llegaré con un año más de edad. En mi caso, el tiempo juega en mi contra, no solo por edad, sino por mi físico”, ha declarado a través de una nota de prensa.

Y es que Álvaro lleva adaptándose a las circunstancias desde que, con cinco años, le diagnosticaron la enfermedad de Charcot Marie Tooth, un síndrome genético que degenera la relación neuromuscular, “básicamente los nervios no están llevando la información a los músculos de las extremidades, por lo que poco a poco éstos se van a atrofiando. Cada mes que pasa mi musculatura se va debilitando, a Tokio 2021 me tocará llegar con un poquito menos de fortaleza pero quiero ser optimista y pensar que igualmente llegaré con opciones de ganar y traer a España esa ansiada medalla”.

Una presea que sumaría a su extenso palmarés con cinco medallas paralímpicas -entre las que destaca el primer oro del tenis de mesa español en Sídney 2000-, ocho medallas en campeonatos del mundo -5 de ellas oros-, y dieciocho medallas europeas -6 oros-, sin olvidar que en 2014 fue elegido como el mejor jugador paralímpico del mundo.

Para seguir con esa ambición que le mantiene en el número 1 del ranking mundial desde hace más de 9 años, la receta es clara: “Mantener ilusión y disfrutar de tu profesión. El deporte me apasiona y cada oportunidad de representar a España es un regalo. Cuando estoy en la mesa compitiendo, con esa tensión, yo me siento bien, en mi terreno. Me pongo metas a corto plazo, cada año voy mirando el objetivo que tengo por delante, el campeonato del mundo, la paralimpiada… y pongo todos los medios para cumplirlo. El tiempo va pasando, miras para atrás y te das cuenta de que ya han pasado diez años, pero lo vivo al día”.

Álvaro Valera adapta su juego a su enfermedad. “Lo tengo asumido, he hecho las paces con mi condición y es parte de mi discapacidad. Otros deportistas paralímpicos tienen que enfrentarse a otro tipo de dificultades también poderosas. Yo cada año se que me tengo que adaptar a las nuevas circunstancias. Adapto mi juego, mi técnica y mi estrategia a ese declive a nivel muscular”.

Pese a que el tenis de mesa es un deporte que permite alargar la carrera más que a deportistas de otras disciplinas, la de Álvaro tiene una fecha de caducidad más temprana. “En mi caso se va a ver reducida por ese declive físico. El rendimiento me lo va a ir diciendo, y ya se va viendo el final. No le voy a poner fecha, pero se acerca. Quiero disfrutar lo vivido y cuando el cuerpo me diga “hasta aquí hemos llegado”, el dolor sea insostenible y no pueda tener un nivel suficiente con el que yo sienta que soy competitivo llegará el momento de poner ese punto final”.

“Lo más difícil de adaptar son las expectativas. Cuando has sido el número uno del mundo, has sido el mejor tantos años, desde la humildad, el sacrificio y el esfuerzo, y tienes que asumir que ahora puedes perder frente a alguien a quien hace un tiempo hubieras ganado con contundencia… tienes que hacer las paces con eso, asumirlo desde un ángulo racional. Por supuesto que escuece, pero toca reflexionar, aceptar que no somos eternos, y menos yo en mi caso, y hacer las paces con ello”

Esta situación de pandemia por el coronavirus, ha hecho que Álvaro lleve ese aprendizaje deportivo a su otra vida laboral, pues el palista, cuando no está entrenando y compitiendo con el club de Rivas Vaciamadrid o con la Selección Española Paralímpica, ejerce como gerente de Sagasta Suites, una empresa que gestiona el alquiler de apartamentos turísticos de lujo en el centro de Madrid.

“Ni deporte ni turismo, esta pandemia me ha tocado por todos los lados. Ha sido difícil pero así estamos en el sector de la hostelería, pasando por ello y también le veo el lado positivo, creo que el mercado se va a reactivar, toca apretarse el cinturón y reforzar aún más nuestra propuesta de valor, dando a nuestros clientes una experiencia cuidada al detalle, un trato personal. Me gusta que nuestros clientes tengan la tranquilidad de no tener preocupaciones, que todo está cubierto, que están totalmente atendidos pero a la vez tienen la libertad y la independencia de estar en su casa y que nadie le moleste”.

Y mientras todo pasa y vuelve a la normalidad, a seguir entrenando: “Es raro entrenar sin competición, que es donde pones a prueba lo que estás trabajando en los entrenamientos, te pone en perspectiva y te ayuda a evaluar el trabajo que estás haciendo, además de aportar adrenalina y satisfacción. Es descafeinado: entrenar, mantenerse en forma y tener objetivos a largo plazo. No puedo relajarme, debo seguir entrenando porque yo no sólo entreno para mejorar, entreno para alargar mi físico actual el máximo tiempo posible, para frenar lo más que pueda el avance de la enfermedad”.

Actitud positiva y confianza en que sí se celebrarán los Juegos de Tokio 2021. “Quiero ser optimista y ver la vida desde un prisma positivo, quiero pensar que va a salir una vacuna y vamos a retomar el deporte y las competiciones”. Y es que con el deporte de competición “hemos perdido un gran espectáculo como sociedad, una parte de la vida que aporta satisfacción a los espectadores, y a los que estamos dentro, hemos perdido una parte importante de nuestro estilo de vida, de nuestra profesión, lo que más te gusta y nos hace sentir realizados. Pero también esta circunstancia nos ha hecho aprender a valorarlo más y a disfrutarlo más cuando lo retomemos. A veces valoramos más las cosas cuando nos las tenemos”.

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