A quien madruga, el deporte le ayuda

Un estudio de la Universidad de Murcia (UM) junto con la Universidad TUFTS (Boston, EEUU) ha demostrado que las mujeres que practican deporte por la mañana mejoran sus ritmos circadianos; y cuando este deporte se realiza por la noche, estos ritmos circadianos se alteran y se produce una cronodisrupción.

Laura Pérez Torres

La sociedad actual favorece un modo de vida con mayor actividad nocturna, disminución de las horas de sueño y, en ocasiones, desplazamientos horarios (tales como jet lag o trabajo a turnos) que generan cronodisrupción, la cual puede conducir a un envejecimiento prematuro.

Según Marta Garaulet, “tiene una relevancia importante el horario de la ingesta y del ejercicio”. De este modo, “se ha demostrado que la hora del ejercicio físico también es importante, por ejemplo, comparamos mujeres que hacen deporte a las 9.00 con aquellas que lo hacen a las 21.00; y pudimos comprobar que aquellas mujeres que practicaban deporte por la noche tenían más alteraciones de los ritmos circadianos que podrían suponer un efecto sobre su fisiología y su salud”.

Marta Garaulet, catedrática de fisiología de la Universidad de Murcia. Autora: Laura Pérez Torres | Imágenes: Avance Deportivo

Marta Garaulet, catedrática de fisiología de la Universidad de Murcia. | Avance Deportivo

La expresión del gen ‘clock’ se puede alterar a través de la conducta, ha informado Marta Garaulet, ‎catedrática de fisiología de la Universidad de Murcia. De hecho, “se puede tener un gen ‘clock’ (reloj) que no esté bien; pero si se come de forma rutinaria, se desayuna todos los días y se tiene un horario fijo en las comidas, resulta que ese gen no se expresa y no se produce la alteración metabólica que se esperaría”, ha comunicado Marta Garaulet quien ha añadido que “es el primer estudio en genes reloj que muestra que los humanos son capaces de cambiar dichos genes con la conducta mediante metilaciones y desmetilaciones”.

Además, “se ha demostrado que la hora es importante en la pérdida de peso, aquellas personas que comen tarde, reducen menos el peso en una en una dieta hipocalórica comiendo lo mismo y moviéndose igual que aquellos que comen pronto”, ha comentado la experta de Murcia.

En definitiva, “todo esto nos está llevando a demostrar la importancia que tienen los horarios de sueño y de comida en nuestra fisiología, en nuestra enfermedad y también en la obesidad”, ha explicado Fred W. Turek, especialista de la Universidad de Northwestern (Chicago, EEUU) durante su conferencia ‘La cronobiología y obesidad: el número 25, el punto inicial’.

El experto norteamericano, primero en unir en sus estudios los ritmos circadianos con alteraciones metabólicas, ha especificado que “todo empezó, tal y como es el nombre de la ponencia, con el ratón número 25; que fue el primer mutante del gen reloj, y que a diferencia del resto tenía alteraciones en sus ritmos circadianos y tanto él como su descendencia eran obesos; la cronodisrupción empezó a asociarse con la obesidad”.

Fred W. Turek, especialista de la Universidad de Northwestern (Chicago, EEUU). Autora: Laura Pérez Torres | Imágenes: Avance Deportivo

Fred W. Turek, especialista de la Universidad de Northwestern (Chicago, EEUU). | Avance Deportivo

En esta línea, la Universidad de Murcia junto con la Universidad TUFTS llevan cuatro años trabajando en el área de la nutrigenética. “En como nuestros genes interactúan con lo

que comemos para la pérdida de peso o para estar obesos o tener diabetes”, ha narrado Marta Garaulet quien ha incidido en que “si se ingiere mucha grasa saturada, por ejemplo, y se tiene alterado un polimorfismo o una variante génica de este gen reloj que está en un 35% de la población, pues esa persona engorda.

Sin embargo, si no se tiene esa alteración, esto no sucede”.

Por otro lado, en opinión de la experta de la Universidad de Murcia, “independientemente de que se tenga un gen reloj alterado, si se come bien no se aumenta de peso. Es decir, hay una interacción entre lo que se come y los genes para dar lugar a un estado de salud”.

También, Fred W. Turek ha relacionado el sueño con la obesidad. “Se ha demostrado que aquellas personas que duermen poco, de 4 a 5 horas, ingieren casi 300 calorías más al día”, ha concretado el experto. En esta línea, Marta Garaulet ha hecho referencia al estudio Helena, publicado en el 2010, que muestra como aquellos adolescentes que duermen poco, se mueven menos, comen más y peor; y, en definitiva, están más gordos. “Estamos hablando que de 3.400 adolescentes entre 13 y 16 años aproximadamente, 1.200 dormían menos de siete horas y estaban gordos”, ha dicho.

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